COMENTARIOS HISTORIA DEL ARTE

ARTE CALIFAL: LA MEZQUITA DE CÓRDOBA

HISTORIA DEL ARTE – ARTE ISLÁMICO  





  A partir del siglo VIII, con la invasión musulmana en el 711, en la zona de España conquistada por los musulmanes (Al-Andalus) surgió un arte islámico único e irrepetible: el arte andalusí, que durante los primeros siglos se manifiesta en el arte califal.

  El arte califal se debería aplicar únicamente al comprendido entre el siglo X, cuando Abderramán III proclama el Califato de Córdoba, y el siglo XI, cuando se descompone en reinos de taifas; aunque se extiende a todo el período Omeya, desde los inicios de Emirato de Abderramán I hasta el fin del Califato.

  Córdoba era una de las ciudades más habitadas del mundo occidental. Estaba rodeada por una muralla y en su interior se encontraban numerosas mezquitas, un alcázar junto a la Mezquita aljama, baños públicos, magníficas bibliotecas y vivienda. Además, como en todas las ciudades musulmanas, contaba con un gran mercado (zoco) que recorría varias calles de la ciudad y varios arrabales fuera de la ciudad (medina).

MEZQUITA DE CÓRDOBA: FASES CONSTRUCCTIVAS.
- ABDERRAMÁN I
Inicia en el siglo VIII la construcción de la Mezquita cerca del Guadalquivir, sobre el solar que ocupaba la basílica cristiana de San Vicente. Al contrario que otras mezquitas, esta no se orientó hacia La Meca, sino que está orientada del mismo modo que la de Damasco. Una teoría es la añoranza que tenía este emir hacia su ciudad natal.

Los materiales que se emplearon en su construcción fueron reaprovechados de los edificios romanos y bizantinos­­, por ello, las columnas presentan columnas de diferente tamaño con basas. Sobre estas columnas hay una doble arcada: un arco de medio punto que soporta el peso de la techumbre a dos aguas y un arco de herradura que sirve de entibo. Ambos arcos presentan dovelas de colores (sillería blanca y ladrillo rojo); Se emplean modillones de rollo bajo los pilares de las arcadas. La disposición de estas arcadas es similar a la del acueducto de los Milagros de época romana.

-   AMPLIACIÓN DE ABDERRAMÁN II:

Durante el siglo IX, debido al crecimiento demográfico, amplía la mezquita hacia el sur. La solución adoptada fue la de derribar el primitivo muro de la qibla, perteneciente a la construcción del siglo anterior, y continuar las arquerías y las naves anteriores hacia el sur; añade dos naves más. También cabe destacar que termina el alminar de la construcción anterior. Los materiales que emplean son copias de columnas romanas y capiteles corintios; no se emplean basas.

-   AMPLIACIÓN DE ABDERRAMÁN III:

A principios del siglo X, viendo que la sala de oración había quedado desproporcionada respecto al patio, manda derribar parte del mismo para continuarlo hacia el norte. También se construye un gran alminar. Es el primer califa  el que inicia la construcción de Medinat Azahara.

-   AMPLIACIÓN DE ALHAKÉN II:

Derribó el anterior muro de la qibla y alargó hacia el sur las naves. Se levanta una nueva qibla. Se construye el mihrab actual, de una gran belleza y originalidad, descando su decoración musivaria con temas epigráficos y vegetales en la puerta y la bóveda en forma de concha en su interior.  Ante él se incorpora la maksura que supone la creación de un espacio reservado al califa. La ampliación de al-Hakam II constituye en sí misma una mezquita dentro de la totalidad del edificio, era la culminación del arte omeya en España y la expresión del esplendor del poder del califato. También añade lucernarios para permitir la entrada de luz en las naves más interiores, a las cuales no llegaba la luz del patio, además de lámparas de aceite. Se emplean materiales suntuosos; se traen columnas de mármol rosado y azulado, también se generaliza el  capitel de pencas.  Constituye la ampliación más espectacular haciendo uso de los arcos polilobulados y trilobulados que se disponen a modo de cortinajes separando los lucernarios del resto
-   AMPLIACIÓN DE ALMANZOR:
Finalmente, a finales del siglo X, al haber un gran crecimiento de la población, se decide ampliar nuevamente la Mezquita; al no poder por el sur por su cercanía al Guadalquivir, o porque quiso respetar la parte más bella del edificio, contruido por su antecesor, decide ampliarla hacia el este, Para ello, derriba completamente el arrabal vecino. Emplea materiales pobres, como columnas de jaspe gris, y desaparece en esa ampliación la decoración de atauriques como en la anterior, es una ampliación austera, propia de un militar. Amplia el patio al igual que la sala de oración.

En definitiva, la mezquita Omeya constituye un edificio único. Su originalidad radica en:


  • No estar orientada hacia la Meca sino en paralelo con Damasco
  • Usar elementos arquitectónicos de edificios hispanorromanos, en un intento de subyugar a la población sometida.
  • Otro hecho singular es que en su interior se aloje una Catedral Cristiano-católica. Este hecho se produjo a principios del siglo XVI, cuando el cabildo de Córdoba ordenó la construcción de una catedral al interior de la Mezquita, ello en el contexto de la reconquista realizada por el cristianismo y la expulsión de las fuerzas musulmanas de la península ibérica




Jose Antonio Merino Cámara

COMENTARIO: ESCULTURA SEDENTE DEL FARAÓN KEFRÉN; DINASTÍA IV (IMP. ANTIGUO – 2558-2532 a.C.)
Se trata de una talla exenta que representa al faraón Kefrén en posición sedente. La talla de esta escultura ha sido realiza a partir de un bloque cúbico de diorita, técnica normalmente empleada por los egipcios.

Formalmente, presenta una clara frontalidad e hieratismo, rasgos que potencian su solemnidad y poder como faraón, aunque con claros convencionalismos del arte egipcio, como las extremidades pegadas al cuerpo o la presencia de la barba postiza y el nemset propios de estos monarcas; una fuerte idealización, ya que se presuponía divino y, por tanto, perfecto, sin ningún defecto en su apariencia; y ningún vestigio de expresión, se presenta completamente sereno con algún atisbo de seriedad.

Por otro lado, presenta una clara simetría proporcional, gracias a su frontalidad, salvo en su mano derecha, que en lugar de presentarse plana sobre su rodilla, se talló en forma de puño, seguramente para servir al escultor de modelo para seguir el típico canon egipcio, el de los 15 puños, en escultura sedente; 18 en escultura erguida.

Como todas las esculturas que representan a un faraón, estas simbolizan tanto el poder y la magnificencia del propio faraón como el de su imperio. Esta clase de escultura podría haber servido de soporte del Ka (alma) del faraón en su tumba.

En definitiva, esta escultura presenta los mismos rasgos que la inmensa mayoría de las estatuas de los faraones y dioses en posición sedente y erguida de toda la época faraónica con características propias de su dinastía. Otras estatuas de este tipo que podremos citar pueden ser las de Tutmosis III o Ramsés II que son semejantes a la que nos concierne.

Para concluir definitivamente, podemos compararla con las posteriores esculturas griegas de los kouroi de la época arcaica que aún conservan rasgos del arte egipcio tanto en su hieratismo y frontalismo como en su falta de expresión, aunque estas estatuas griegas ya empiezan a presentan una leve sonrisa.

José Antonio Merino Cámara




COMENTARIO: Las pirámides de Gizeh (arquitectura)

Las pirámides de Gizeh datan del Imperio Antiguo, Dinastía IV, cerca del 2500 a.C. y se encuentran en el país que por excelencia reune estas construcciones, Egipto.
La necropolis de Gizeh es un gran cementerio coronado por las tumbas de los faraones Keops, Kefren y Micerinos, estas construcciones mortuorias son tres grandes pirámides, monumento funerario típico de Egipto, las cuales levantaban con una perfecta geometría y presicion que aún hoy todavía desconocemos, son muestras también de su culto y respeto a la muerte y a la creencia en otra vida, además de un símbolo de poder ya que los faraones eran enterrados con sus pertenencias en ellas.




Las tumbas están construidas en piedra labrada perfectamente geométrica conocida como sillares, en una base de planta cuadrada, previamente excabada para alojar la cámara mortuorio y diferentes estancias, levantaban la estructura piramidal basada en líneas verticales y horizontales, una arquitectura arquitrabada.
Sobre el autor de la obra, no conocemos quien puede ser, son construcciones anónimas las cuales seguramente estaban realizadas con el apoyo de miles de personas.


Las pirámides probablemente estaban recubiertas y decoradas con gerogrificos que rebestian la multitud de sillares con las que estaban construidas y así adoptar una sensación mayor de colosalismo; estos gerogrificos adornaban la pirámide probablemente en multitud de sus escrituras se hablaría sobre el faraón que allí se encontraba en su descanso eterno.
También se conoce que la punta de las pirámides estaban recubiertas de oro, para que al amanecer el sol se reflejase en ellas haciendo que resaltasen y alumbrasen la necropolis, otra muestra más del colosal imperio de Egipto.
No se tienen antecedentes de obras tan colosales antes del pueblo egipcio, por lo tanto estamos ante una maravillosa civilización que sin previas construcciones similares en las cuales poder obtener ideas para sus obras arquitectonicas resultan ser un pueblo de enorme originalidad, el cual quiso y seguramente, desde mi punto de vista, de una manera consciente, dejar constancia de su paso por el mundo, la vida y sobre todo la muerte.


Adrián León Lara


 El Templo de Abu Simbel

El templo de Abu Simbel, una región de Nubia, en Egipto, pertenece a Ramses II, dinastía XIX y es un ejemplo más del colosalismo y poder que destacan en las obras faraonicas.
Esta bella construcción es concretamente un templo labrado en la roca, aprovechando la situación geográfica y las formas caprichosas del relieve en la zona; por lo tanto podemos decir que se trata de un espeo, la fachada del templo sale de la roca convirtiendose en cuatro estatuas de Ramses II de más de veinte metros de altura, las cuales están custodiadas por otras más pequeñas a los de pies de estas y que representan a la madre, mujer e hijos de este. Las estatuas de Ramses II aparecen sedentes y reuniendo las características de la escultura egipcia: la frontalidad y el hieratismo, formando un altorrelieve sugerente en el pilono donde están incrustadas.


El material con el que están construidas las estatuas es el mismo que compone el espeo, la piedra natural del relieve de la zona, las líneas son muy simples y la distribución del volumen de estas es muy acompasado, ya que cabezas, torsos y piernas de cada una de las esculturas guardan relación respectivamente sin aumentar o disminuir el tamaño y manteniendo las medidas de las diferentes partes del cuerpo compensadas, sin que sufran grandes desproporciones
El pilono después de estas cuatro colosales estatuas, también contiene en sí labrado un nicho a modo de hornacina que contiene a su vez en este, labrado la imagen de Re-Horakhte, el dios al cual se dedica el templo y en la parte superior del pilono, a modo de remate del conjunto encontramos un friso compuesto por 33 monos de dos metros altura, los cuales están orientados hacia oriente y al sol naciente.
Con toda esta obra sobre la roca y su magnitud se aprecia otro ejemplo más del arte faraonico y su misticidad en todo lo que realizan.

Adrián León Lara


Micerino y su esposa

La talla se trata de la representación de Micerino, faraón de la dinastía IV del Imperio Antiguo de Egipto junto a su esposa, la reina Jamerernebty.
La imagen está realizada en grauvaca y las figuras se encuentran sobre un pedestal y apoyadas en un muro posterior, lo cual explica la técnica utiliza por los egipcios para esculpir, a partir de bloques en los cuales previamente diseñaban el frente y perfil de las obras.
Dicha imagen utiliza los patrones egipcios de la escultura, reciben un tratamiento idealizado, no son realmente puristas, también son hieráticas, simétricas y totalmente frontales con los brazos apoyados al cuerpo y rígidos junto a la nuca, sólo aportando como pequeño movimiento el pié izquierdo que ambos tienen adelantado y el brazo de la esposa rodeando a su marido; además este altorrelieve sigue el canon de los 18 puños por el cual la escultura egipcia armonizaba las tallas y las dotaba de cierta igualdad anatómica.
Adentrandonos en los detalles, estos eran muy leves y simples, los ojos están almendrados sin expresión ninguna, los paños lisos se adaptan en la figura femenina mientras que en la masculina no marcan tanto y el nemes del faraón se adapta a su cabeza de manera muy simple con una pequeña doblez que cae por sus hombros.

Esta figura nos recalca que los faraones eran un ser superior y que ante todo eran un Dios más entre los mortales.

 Adrian León Lara




Busto de Nefertiti

El busto de Nefertiti, el busto perfecto, es una obra escultórica que data del Imperio Nuevo de Egipto, dinastía XVIII, 1360 a.C.
El busto es una escultura de bulto redondo que representa a la esposa de Amenofis IV, Nefertiti, realizado en caliza policromada y de unos 50 cm de altura.
En la obra podemos observar la revolución artística que protagonizó el faraón, Amenofis, en la cual las figuras se hacen más estilizadas, alargadas y naturalistas.
El estudio anatómico se caracteriza por la fineza, alargamiento y desconcertante realismo que se aprecia en el busto, por ejemplo en su desproporcionado cuello de cisne, el cual le aporta firmeza, autoridad y una soberana belleza a la imagen. A su vez, la cabeza rígida de sensación imponente, rebaja su dureza a través de unas líneas simétricas, unas facciones regulares, un cutis terso y unos labios carnosos los cuales suavizan el conjunto, que sin solución de continuidad vuelve a recobrar la dura expresividad a través de unos pómulos marcados y sobre todo con los ojos maquillados.
El sombrero de la faraona  se ajusta a su cabeza, alargándose hacia arriba con una leve inclinación, el cual aporta mayor sensación de respeto e imponencia.
A pesar de la expresividad de la imagen, está a su vez también muestra hieratismo y es ambigua respecto a la actitud de su rostro, esboza una leve sonrisa a la vez que parece inexpresiva, a la par la imagen es simétrica, puesto que podríamos trazar líneas horizontales por las cuales sé desarrollaren sus rasgos sin desviación alguna.
La policromía utilizada en la escultura discurre desde tonos cálidos a fríos, los tonos cálidos (ocre y marrón) decorar el bello rostro de Nefertiti, los tonos fríos aunque intensos (azul y verde) se encuentran en el sombrero faraónico y el collar que rodea el estilizado cuello, dando al busto unos tonos muy gustosos y armoniosos.
El busto de Nefertiti, una de las obras más bellas de la etapa del Nuevo Imperio, el perfil perfecto, un canon de belleza que perdura a través del tiempo.

Adrián León Lara





Apoxiomenos


Obra del gran broncista de Grecia, Lisipo, en el siglo IV a.C.
Lisipo introduce un desnudo masculino más estilizado gracias al canon de las 8 cabezas con el cual las figuras se hacían más esbeltas que con el canon anterior de las 7 cabezas, establecido por Policleto; más tarde, Lisipo llegaría a ser el retratista del poderoso Alejandro Magno.
En cuanto al Apoxiomenos se refiere, la escultura refleja a un atleta, personas muy vanagloriadas en la antigua Grecia, limpiándose el sudor tras el ejercicio con una estrígile.
Es una escultura de bulto redondo que plasma toda la anatomía del cuerpo humano en su máxima expresión, siguiendo el canon de las 8 cabezas, comentado anteriormente, además de todas las características formales de la escultura griega, como son el principio de diartrosis y el contraposto, que se expresa en el apoyo de la pierna izquierda por el cual el cuerpo se inclina levemente hacia la derecha.
Lisipo en esta imagen, captada en movimiento como si de una fotografía que congela el tiempo se tratase, extiende los brazos del atleta hacia adelante en escorzo e incorpora un espacio entre ellos lo cual ap


orta a la imagen de una tercera dimensión visual que se puede ver desde varios puntos de vista.





COMENTARIO: TEMPLO DE LA MAISON CARRÉE; ARTE ROMANO IMPERIAL (SIGLO I a.C.)


 





Se trata del templo de la Maison Carrée, localizada en Nimes (Francia). Fue construido originalmente con caliza blanca, pero con el paso del tiempo adquirió un tono rojizo hasta que hace poco se le realizó una restauración que lo ha dejado de nuevo con el color de caliza blanca. Data del siglo I a.C. aproximadamente durante la época imperial.

Este templo, que se levanta sobre un podio, elemento tomado de la arquitectura etrusca; cuenta con una amplia escalinata mediante la cual se accede a un pórtico hexástilo, con columnas de orden corintio de fuste acanalado, que antecede al habitáculo del templo en sí, rodeado exteriormente por una columnata de 20 columnas, del ídem orden, adosadas al muro. Esta edificación también cuenta con un entablamento formado por un arquitrabe trifranjado, un friso ornamentado con motivos vegetales y una cornisa rematada por un frontón a dos aguas con un tímpano liso.

En cuanto a la planta, se trata de un templo de planta rectangular pseudoperíptera, a la que se le añaden cuatro columnas exentas en los flancos del pórtico. Respecto al interior, cabe mencionar su cella sin división interna y sin el opistodomos de los templos griegos.

Simbólicamente, este templo es reflejo de la religiosidad del mundo romano asociada a la sociedad, ya que, en esta época, y del mismo modo que los egipcios a sus faraones, los romanos divinizaban a sus emperadores junto con la tríada capitolina. Así, el objetivo del templo era representar el poder divino y social del emperador en el centro de una ciudad, en este caso el poder del emperador del momento, Octavio Augusto, en Nimes.

Los antecedentes directos de este tipo de templos son los templos de la Grecia clásica, como el Partenón, en cuanto a la planta y columnas; aunque la incorporación de la escalinata frontal y el podio se deben a las influencias etruscas, además del helenismo.

Haciendo referencia al Partenón, podríamos comparar ambos templos: el Partenón se trata de un templo heleno octóstilo de orden dórico elaborado en mármol blanco, por el contrario, la Maison Carrée es un templo romano hexástilo de orden corintio elaborado con caliza blanca. Ambos templos presenta planta rectangular; sin embargo, el Partenón no cuenta con un podio con escalinata, ya que data de la época clásica y no de la helenística, donde se empleaban podios con escalinatas al igual que los etruscos, de donde tomaron los romanos estos elementos para levantar sus templos, ya que los ubicaban en plena ciudad y no en un monte o acrópolis como los griegos.

José Antonio Merino Cámara


Basílica de Santa Sofía

La Basílica de Santa Sofía es la obra de mayor esplendor del arte bizantino, un imperio poderoso con capital en Constantinopla, antigua Bizancio ( actual Estambul ) donde se encuentra este magestuoso monumento arquitectónico del siglo VI realizado por Antemis de Talles e Isidoro de Mileto.
El arte bizantino es imperial y religioso, con Justiniano logró su máximo auge al convertir Bizancio en un foco cultural y económico de primer nivel.



En lo que al propio templo se refiere, podemos resaltar la gran cúpula que descansa en un inmenso tambor con ventanas y un muro repleto de aperturas y contrapuestas para soportar la tensión de la cúpula.
El aspecto de radicalidad y caos que observamos se debe a la llegada del Imperio Otomano, el cual convirtió el templo en una mezquita.


La cúpula es la culpable de la distribución del templo, sus dimensiones desproporcionadas para la época fueron las condicionantes de la construcción de la basílica.
La planta es rectangular, el centro lo configuran cuatro grandes pilares de forman un cuadrado, los cuales soportan la magnitud de la cúpula sobre cuatro arcos de medio punto que florecen de la forma cuadrada a la circular de la cúpula gracias a las pechinas, esta ingeniosa solución arquitectónica perdura en el tiempo hasta nuestro días. Además ayudan a la descarga del peso que recae sobre los arcos.
 

Otras dos medias cúpulas en los laterales de la mayor también ayudan a descargar presión, estas medias cúpulas guardan en su interior exedras de apoyo a su labor.
Las naves laterales disimulan cuatro contrapilares macizos que refuerzan los cuatro pilares centrales, además estas naves laterales están dispuestas en dos plantas: la planta baja y la planta alta o tribuna, destinada a los altos cargos.
Todas estas ingeniosos soluciones sirven para descargar gradualmente la tensión y peso que ejerce la impresionante cúpula, a través de bóvedas y contrafuertes que quedan perfectamente mimetizados cuando nos situamos en la nave interior.


Después de explicar las grandes resoluciones de distribución de pesos de la increíble basílica, otro factor que la hace preciosa es su decoración.
La cúpula, símbolo del cielo, flota sobre un haz de luz que se emite desde el tambor aventanado, quedando así esplendoroso y dejándonos perplejos y ensimismados con su visión.
Puesto que la basílica tiene un grandísimo aporte de luz, los materiales que se utilizan para su decoración son mármoles y basaltos claros que resaltan con la luz y pinturas doradas y amarillas que dislumbran con la claridad; esto hace que el monumento quede totalmente alumbrado y resplandeciente, llenando nuestro ojos de una saturación cromática exquisita.

ADRIÁN LEÓN LARA




Justiniano y su séquito



Justiniano fue el emperador que inyecto la grandeza y el esplendor a Bizancio, situó la ciudad en un centro económico y comercial mundial. Mandó construir bajo su instrucción la magnífica Basílica de Santa Sofía.

Junto con su esposa Teodora, Justiniano se convirtió en el motivo de más peso para representarse en los mosaicos.
Los mosaicos se utilizaban en el interior de las obras arquitectónicas como revestimiento decorativo, se usaban tanto para decorar y conseguir efecto de riqueza ornamental como para disimular los pobres materiales con los que construían, como el ladrillo.
Se hacían a partir de teselas de cristal, nácar, esmalte, mármol... que estaban policromados en tonos muy vivos como rojos, verdes, azules... y aportaban gran luminosidad y colorido cuando el sol los acariciaba a través de cristaleras o ventanas.
 

Mosaico de estilo bizantino, del siglo VI. Encajado en una cenefa y en posición central, podemos observas a Justiniano rodeado de sacerdotes y soldados que probablemente estaban a su cargo. Aparece distinguido del resto por su ropaje sobrio y rico, su bello camafeo en el hombro y sobre todo por la aureola de poder que rodea su cabeza.
Los sacerdotes aparecen vestidos con hábitos blancos, menos el obispo Maximiano de Ravena que aparece ataviado con una sindoné dorada, para distinguirlo en importancia del resto.
Los soldados aparecen levemente a la izquierda con poca participación en la imagen, apilados, combinando diferentes vivos colores en sus uniformes y portando el soldado del primer plano un escudo con el crismón del Salvador, emblema de Constantino.
Todas las figuras de la composición aparecen frontales, hieráticas y con isocefalia, recordando al arte egipcio; además son antinaturales y de muy poca belleza en sus elementos o personajes, los cuales aparecen jerarquizados por distinciones diferentes.
La perspectiva de profundidad es muy básica y las figuras planas.
El mosaico que aparece en Grecia perdura hasta Roma y sucesivamente, durante siglos, se instaura como símbolo decorativo del arte bizantino a través de sus diferentes etapas y procesos de cambio.

 

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